Inicio por un chico llamado Julio Hernando Benavides el cual nació en 1926
El señor Julio Benavides desde muy chico le llamó la atención, el arte, pero la oportunidad de aprender sobre el arte barroco religioso y figuras religiosas, no se daría hasta los años 1940. Tuvo la gran oportunidad de tener su aprendizaje con la comunidad europea que huía de la segunda guerra mundial, donde buscaron nuevos rumbos en Bogotá - Colombia.
Sus primeros Maestros fueron artistas españoles donde aprendió el esculpir y hacer piezas en yeso y otros materiales de aquella época. Pero inicio la guerra civil en Colombia y tuvo que buscar nuevos rumbos, llegando a Venezuela y tener la oportunidad de conocer artistas Italianos también dedicados al arte religioso.
Hacia los años 1950, regreso a Colombia ya con la idea de tener su propio taller, donde le permitiera ser el mismo el creador y vendedor de sus figuras religiosas, así como restaurador de otras piezas religiosas de gran tamaño.
El señor Julio Benavides decidió radicarse en Bogotá nuevamente, en esta ocasión conoció a su mujer y con la quien tuvo cinco hijos, tres varones y dos mujeres. Mientras, sus 5 hijos crecían, ellos le ayudan de alguna manera a su padre en el taller, una manera de mantenerles ocupados en las vacaciones. Aunque su primera hija y su hijo menor, fueron quienes exploraron más el lado artístico de su padre.
Olga Benavides y Eduardo Benavides fueron mejorando algunas de las técnicas de su padre, aunque años más tarde su hija se fue por el arte en cerámicas, porcelana y pintura.
Eduardo Benavides mejoró las técnicas de su padre, para hacer figuras más livianas, con detalles únicos e incorporar su propio sello artístico. Así se podía diferenciar del arte de su padre.
El hijo menor del maestro Julio Benavides siguió con la tradición y mejoro la técnica y el estilo de figuras que ha creado. Eduardo Benavides logró abrirse un espacio en este mercado y evolucionó la técnica de una manera maravillosa.
El maestro Eduardo empezó a crear su propio estilo e independizó desde el año 1989, donde por medio de ser autodidacta y experimentar con diferentes materiales a través de varias décadas ha logrado crear figuras más livianas, darles mayor expresión y hacerlas desde el corazón. Ya que más de fabricar una pieza, es fabricar un sentimiento y que cada comprador se sienta feliz de tener una pieza, una figura única y que representa una tradición.
Ahora el maestro Eduardo está creando escenas y piezas, las cuales no son comunes de encontrar en mercado de arte religioso, haciendo su propio espacio y ser reconocido a nivel internacional.